Aquella noche llovía como si nunca hubiera de parar. L, frente a la ventana del salón, apuraba el último sorbo de café mientras pensaba como iba a decirle a R que el zueco de porcelana que le regaló en su última visita a Holanda se había hecho añicos. Pero hoy no. Hoy le tocaba hacer de profesor y a ella hacer de niña desobediente. Y llevaba demasiado tiempo sin sudar bajo las sábanas.
Una librería de película.
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No sabría deciros las veces que he visto la película "Tienes un e-mail".
Y aunque me sé el argumento y los diálogos casi de memoria, lo que más me
gusta...
Hace 2 semanas
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