Una vez, en una cena entre amigos, alguien contó que aquella misma mañana habían enterrado a una vieja amiga de su padre. Su padre trabajaba en sus ratos libres como payaso y su amiga era una de las más antiguas y respetadas payasas en la profesión. Al entierro acudieron todos ataviados con el traje multicolor y zapatones. Pero sus narices, a modo de duelo, se mostraban desnudas y sin maquillaje.
Cuando terminó de contarlo, solo yo me quedé en silencio...
Sueños de cuento.
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El mundo en el que vivimos no deja de sorprenderme y en una época en la que
viajar y disfrutar de las grandes ciudades se ha convertido en el mayor
pasat...
Hace 1 hora