jueves, 25 de marzo de 2010

Fiesta al Noroeste, Ana María Matute

Esta es,quizás, una de las novelas más desconocidas de Ana María Matute. Y, sin embargo, es una de las más perfectas y hermosas. En apenas ciento treinta páginas Matute es capaz de crear un universo y unos personajes complejos y repletos de matices. Y no son solo Dingo, Juan Medinao o Pablo Zácaro, sino las imágenes plásticas y profundamente hermosas con las que la autora nos los presenta y disecciona. Imágenes simbólicas, cargadas de un lirismo hondamente metafórico, manejadas con suma habilidad...

Comienzo:

" El látigo de Dingo hablaba seco, como un relámpago negro. Estaba lloviendo desde el amanecer, y eran ya cerca de las seis de la tarde, tres días antes del Miércoles de Ceniza. El agua empapaba las crines del viejo caballo y el carro del titiritero rumoreaba sus once mil ruidos quemados: sonrisas de caretas y pelucas, bostezos de perros sabios y largos, muy largos lamentos sin voz.
Todo esto lo presentía Dingo desde el pescante como un cosquilleo en la nuca. Porque allí, dentro del carro pintado a siete colores, yacían el baúl de los disfraces, el hermano mudo que tocaba el tambor, y los tres perros amaestrados, todos dormidos bajo el repique del agua.
Acababan de asomarse a la comarca de Artámila en un pleno carnaval sobre la tierra indefensa. Artámila era poco agradecido al trabajo, con su suelo y su cielo hostiles a los hombres.
[...]
Con la mirada herida, como si sus pupilas desearan retroceder hasta lo más rojo de su nuca, Dingo vio de nuevo el valle, después de tanto tiempo. Qué hondo apareció, enmarcado por rocas de color pardo. Qué hondo, con sus casuchas medio borradas por los sucios dedos del hambre. Allí estaban de nuevo los bosques de robles, en las laderas, los chopos orgullosos, afilándose, verdes. En grupos, y, no obstante, cada uno de ellos respirando su soberbia soledad, como los mismos hombres. Aquellos hombres de Artámila, de piel morena y manos grandes. En el pescante de su carro parado, Dingo se quedó quieto, con el brazo levantado en un gesto de azote. Dingo tenía las pupilas separadas, como si anduviera por el mundo con los ojos en las sienes para no ver la vida de frente. En los bordes de la capucha impermeable, en los ejes de las ruedas, las gotas de lluvia tintineaban chispazos helados. Dingo escupió y fustigó al caballo.
[...]
Un relampago volvió blanca la tierra. Era preciso pasar deprisa por Artámila, donde la gente no está para dramas en verso. Al otro lado, una vez alcanzada la montaña azul y lejos, Dingo podría nuevamente arrastrar su fiesta. Sus pantomimas con diez personajes representados por un solo farsante. Él, un hombre solo, con diez caretas diferentes, diez voces y diez razones diferentes.
[...]
Es posible que Dingo viera al niño, tal como apareció de pronto, en un recodo. Era una flaca figurilla inesperada, nueva, lenta, muy al contrario de él. Lo cierto es que no pudo evitar atropellarle. Le echó encima, sin querer, toda su vida vieja y mal pintada.
Las nubes eran muy oscuras sobre sus cabezas. Frenó como pudo, doblándose entre el gemir del carro. Unas salpicaduras de limo le mancharon la barba, como buscando la boca que juraba; y Dingo presintió un tierno y fresco crujir de huesos en las ruedas.
Luego, cayó el silencio. Era como si una mano ancha y abierta descendiera del cielo para aplastarse definitivamente contra el suelo del que deseaba huir. Lo sabía, además. Había gritos en lo hondo que le habían advertido:"Tú no pasarás de largo por Artámila". Acababa de arrollar a una de esas criaturas que llevan la comida al padre pastor. Unos metros más allá quedó la pequeña cesta, abierta y esparciendo su callada desolación bajo el resbalar del agua.
Todo lo que antes gritara: vientos, ejes, perros, estaba ahora en silencio, agujereándole con cien ojos de hierro afilado. De un salto, Dingo se hundió en el barro hasta los tobillos, blasfemando. Lo vio: era un niño gris, con una sola alpargata. Y estaba ya muy quieto, como sorprendido de amapolas.

"Fiesta al Noroeste"
Ana María Matute
Editorial: Cátedra, Letras Hispánicas

3 comentarios:

  1. He encontrado tu blog porque he entrado en el de Fábrica de arcoiris buscando la foto de un caballero medieval y me ha gustado la que tú tienes allí. Pero, aunque ese blog está un poco desfasado estaba muy bien... Me apena que lo dejaras. De todas formas, este también está muy bien. Un saludo Caliope.

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  2. Con tu permiso te he puesto en Mis enlaces favoritos de mi Blog. Si no lo deseas dímelo y te quito. Gracias

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  3. Hola,

    Claro que puedes enlazarme! Además, gracias por seguirme, espero que te guste el blog. Y sí, el blog de la fábrica lo tengo un poco abandonado, pero aun no lo tengo cerrado solo que no tengo tanto tiempo para actualizarlo.

    Un saludo

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