lunes, 21 de junio de 2010

La primera chispa (2)

M tricotaba una bufanda de lana gruesa junto a la ventana del salón. De vez en cuando paraba y levantaba su vista hacia J, que leía con admirable atención el periódico del día anterior, pues decía que prefería ir con cierto retraso respecto al resto del mundo. En una de las veces que M levantó su vista y fijó su mirada en el paso de una de las hojas del diario, recordó, no sabía muy por qué en ese preciso instante, el primer beso que se dieron.

Fue al final de una larga noche de fiesta. Estaban en el mismo grupo de amigos y desde que los presentaron no dejaron de jugar a mirarse fijamente y rozarse a la menor oportunidad. Por fin, cuando la madrugada se agotaba ya sin remedio, lograron quedarse solos al final del grupo. Ella hizo un poco el tonto e intentó contar un chiste. Él mientras reía tímido y nerviososo. Entonces ella le paró. Te conozco, le dijo. Y él la miró sorprendido sin saber qué decir. Me ayudaste para que no me descubrieran, le siguió informando.
Y no hubo más que acercarse a un rincón y juntar los labios.


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