martes, 9 de febrero de 2010

Un relato inesperado

Lo encontré en el punto más lejano de sus pupilas. Estaba oculto entre sospechas y andenes, perdido entre la muchedumbre de unos rostros sin rumbo.

Se encontraba aterido y hambriento. Su cara estaba profundamente demacrada y sus ojos eran tristes y apagados. Lo llevé a visitar los rincones más elegantes de la ciudad, a surcar el firmamento para observar la belleza del silencio colgado tan solo por la punta de una
estrella. Poco a poco fue recuperando la energía, sus ojos brillaban ahora con más fuerza y su vida ahora tenía sentido.


Se llamaba, digamos que María, y nos casamos una hermosa mañana de Abril.

2 comentarios:

  1. Qué bonito :) qué romántico es el amor que se encuentra sin buscar y que revive las pupilas gastadas.

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  2. Gracias... Sí, romántico y extraño.

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