Fue al final de una larga noche de fiesta. Estaban en el mismo grupo de amigos y desde que los presentaron no dejaron de jugar a mirarse fijamente y rozarse a la menor oportunidad. Por fin, cuando la madrugada se agotaba ya sin remedio, lograron quedarse solos al final del grupo. Ella hizo un poco el tonto e intentó contar un chiste. Él mientras reía tímido y nerviososo. Entonces ella le paró. Te conozco, le dijo. Y él la miró sorprendido sin saber qué decir. Me ayudaste para que no me descubrieran, le siguió informando.
Y no hubo más que acercarse a un rincón y juntar los labios.
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