Era en un martes difuso y cuadriculado
y mis pupilas se extendian sobre las calles como las alas de una mariposa
Llovia...
Las gotas crepitaban sobre el cristal cuchicheantes y melancólicas
Entonces escuché un ruido
y giré mi sombra hacia él
Vislumbré un destello al fondo de aquel pasillo.
Mis huellas avanzaron sigilosas, casi huecas
hasta alcanzar la luz que se adivinaba invisible
Los dedos de mis pies se enredaron en los cordones
y en un despiste
me la tragué de un solo bocado.

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