domingo, 25 de abril de 2010

Sábanas

El hombre turbio vio su sexo vacío. Notó la ansiedad de lo incomprensible, del cuerpo hueco que yacía bajo él y en el que se removían sombras escurridizas en busca de luz. En esos momentos comprendió que nunca podría estar con una mujer a la que no tenía nada que decir ni con la que soñaba por las noches. El hombre turbio dejó así de hacer caso a mujeres que solo eran piel y huesos y siguió caminando.

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