lunes, 19 de abril de 2010

Asfalto

Las nubes se arrastran por las entrañas
de la ciudad más triste del mundo.
Las hienas salen a cazar vampiros
en las habitaciones de los casados.
La luna es negra y caliente.
Sobre el asfalto cae una lluvia nostálgica
que lleva a los desheredados a conocer su destino.
Las calles se estrechan y las almas ausentes
se ocultan en los bares en busca de susurros
que aten su vida a un símbolo.
El diablo corre tras los pasajeros del tren de las doce
para atraparlos en su jaula de silicio.

Amanece de nuevo en la ciudad sin nombre.
La luz ,remota y sucia, resbala por los mínimos recovecos
del cansado rostro de una mujer.
Camina sola y perdida.
La noche dejó sus huesos maltrechos y gastados.
Lleva más de seis medianoches sin cuerpo
y un tercio de vida sin asfalto.
El peso de las sombras hundió los hombros del poeta
borrando el sentido de su inmortalidad.
No tuvo más remedio que escapar de la vida
y adentrarse en las lindes de la locura
para encontrar la memoria de este poema.



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