Rojo era el mechón que le colgaba sobre la frente. Cuando la conoció en uno de esos barullos que se forman a la salida de un gran evento deportivo. La sujetó del brazo cuando iba a caer fatalmente sobre un bolardo descapuchado. El rescate le valio un café. Hablaron del partido: el Geta había ganado al Barça y se mostraban y se mostraban eufóricos. Le dijo que se llamaba Alberto y que tenía cinco años menos de los que en realidad marcaba su DNI. Intercambiaron sus móviles. Quedaron tres días después para ir al cine. Pero su mechón ya no era rojo sino de un azul pálido y a él nunca le gustaron los engaños...
AGOSTO
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No es justo criticar las letras tristes de alguien (cuando tú también estás
rota).
Hace meses que no hablamos el mismo idioma. Quizá la línea se ha aver...
Hace 1 mes
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