miércoles, 22 de diciembre de 2010

M recogió la carta con las manos temblonas y un áspero nudo en la garganta. Hacía ya más de un año que J se había ido muy lejos de allí. "A luchar por la libertad" le decían. Pero J solo quería pasar lo más desapercibido posible y dejar que el tiempo rodara lo suficiente para volver a su vida de antes, con M, sobre todo con M. A pesar de las ganas que ella tenía de devorar las palabras de J, esperó paciente hasta el atardecer para sentarse en el banco de la plaza donde solían hacerse arrumacos. Cuando la tarde decrecía, M alcanzó el estrecho banco de madera y se sentó con suavidad. Tomó la carta, la abrió con su pequeña navaja y comenzo a leer:

" Querida M,

Te escribo apoyado sobre mi petate, con el sol cayendo de pleno sobre el campo. Te echo mucho de menos. Aquí todo es polvo, cansancio y miedo. No sé si te llegará esta carta. Las cosas se estan poniendo cada vez más complicadas.  He tenido suerte y todavía no he tenido que disparar contra nadie..."


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