lunes, 12 de julio de 2010

Gol

Un grito voraz y afónico se extendió por toda la muchedumbre. Un relámpago de extrema felicidad atravesó cada uno de los corazones que latían con rapidez. No se conocían y, sin embargo, se abrazaron uno a otro con fuerza. Al separarse se miraron y se dieron cuenta que ambos tenían lágrimas en los ojos. "Marijose", sonrió ella, "Juan" respondió él. Y dándose las manos, dejaron de ser desconocidos.


No hay comentarios:

Publicar un comentario