Una vez, en una cena entre amigos, alguien contó que aquella misma mañana habían enterrado a una vieja amiga de su padre. Su padre trabajaba en sus ratos libres como payaso y su amiga era una de las más antiguas y respetadas payasas en la profesión. Al entierro acudieron todos ataviados con el traje multicolor y zapatones. Pero sus narices, a modo de duelo, se mostraban desnudas y sin maquillaje.
Cuando terminó de contarlo, solo yo me quedé en silencio...
AGOSTO
-
No es justo criticar las letras tristes de alguien (cuando tú también estás
rota).
Hace meses que no hablamos el mismo idioma. Quizá la línea se ha aver...
Hace 1 mes