Escribo este post desde una agotada cafetería. Las gotas de lluvia golpean furiosamente contra la esfera de un reloj sin agujas... mientras sorbo el último resto de mi café. En la radio se escapan algunos versos de Sabina entre la habitual indiferencia de los hombres sin voz.
Parece que el día se empeñe en hacerme creer que los colores no existen, lo que haría confirmar el hecho de que aquel día todos tuviéramos los ojos oscuros. Pero nada podría impedir que acabara este pequeño habitante de mi memoria para ofrecérselo al huidizo lector que se esconde del otro lado del espejo.
Imagen: http://inmaplastica.wordpress.com/2011/02/22/como-empezar-el-proyecto/