domingo, 31 de enero de 2010

Sinsentidos

- Te dejo.

- ¿Qué?

- Que te dejo.

- No puedes.

- ¿Por qué no?

- Porque me necesitas.


- Eso ya está muy manido.

- Pero sabes que es verdad.

- Lo sé. Por eso te dejo.

- Eso no tiene sentido.

- Como el amor.

- Eso es aún más manido.

- Tu ya sabes que no soy de grandes frases.

- Lo sé. Pero te quiero así.

- Ya. Pero eso no basta.

- ¿Y qué basta?

- No lo sé. Lo único que deseo es dejarte.

- Pero no puedes.

- Lo sé. Pero tengo que hacerlo.

- Me necesitas.

- Ya. Por eso.

- Eso no tiene sentido.

- Como el amor...

viernes, 29 de enero de 2010

Salinger

Ayer, a los 91 años, murió J. D. Salinger. Fue un autor devorado por su propia creación. Si hubiera sabido lo que supondría su visión sobre la rebeldía adolescente, quizá nunca lo hubiera escrito. O puede que lo hubiera guardado en un cajón hasta que hubiera sido capaz de soportar su peso.
Apenas publicó en su vida, a pesar de que era evidente que las letras circulaban por su sangre. Comenzó a colaborar con New Yorker y fue en esa misma revista donde mostró los primeros fragmentos de El Guardian... La novela salió publicada en 1951 y rapidamente Salinger se recluyó en un lugar apartado, haciendo de él un refugio
inexpugnable. Tan solo concedió una entrevista en toda su vida (fue por telefóno y mínima) y las fotos suyas son escasas y furtivas.

Quizás sea que no pudo controlar el don que le fue otorgado.

Pero bendito don...

miércoles, 27 de enero de 2010

Olga Orozco

Ella fue una de las primeras poetas que me deslumbraron y me llevaron a territorios que hasta ese momento se me hacían invisibles.
Poeta argentina, formó parte de la llamada "Tercera vanguardia" de carácter fuertemente surrealista. Sus imágenes se hunden en lo esencial, en lo primario, creando confrontaciones que pueden producir en el poco acostumbrado a la poesía cierto rechazo, pero que si se deja que se entromentan en su interior, conseguirá una de las mejores sensaciones de lectura.


Se descolgó el silencio...

Se descolgó el silencio,
sus atroces membranas desplegadas como las de un murciélago
[anterior al diluvio,
su canto como el cuervo de la negación.
Tu boca ya no acierta su alimento.

Se te desencajaron las mandíbulas
igual que las mitades de una cápsula inepta para encerrar la
[almendra del destino.
Tu lengua es el Sahara retraído en penumbra.
Tus ojos no interrogan las vanas ecuaciones de cosas y de rostros.
Dejaron de copiar con lentejuelas amarillas los fugaces modelos de
[este mundo.
Son apenas dos pozos de opalina hasta el fin donde se ahoga el
[tiempo.
Tu cuerpo es una rígida armadura sin nadie,
sin más peso que la luz que lo borra y lo amortaja en lágrimas.
Tus uñas desasidas de la inasible salvación
recorren desgarradoramente el reverso impensable,
el cordaje de un éxodo infinito en su acorde final.
Tu piel es una mancha de carbón sofocado que atraviesa la estera de
[los días.
Tu muerte fue tan sólo un pequeño rumor de mata que se arranca
y después ya no estabas.
Te desertó la tarde;
te arrojó como escoria a la otra orilla,
debajo de una mesa innominada, muda, extrañamente impenetrable,
allí, junto a los desamparados desperdicios,
los torpes inventarios de una casa que rueda hacia el poniente,
que oscila, que se cae,
que se convierte en nube.

Imagen recogida en http://resenha.ning.com/

martes, 26 de enero de 2010

"Rayuela", Julio Cortazar

En estos primeros garabatos nada mejor para empezar que la mejor descripción de un beso que se ha echo jamás en la literatura: el capítulo 7 del la compleja, controvertida y magistral obra de Cortazar.


" Toco tu boca, con un dedo toco el borde de tu boca, voy dibujándola como si saliera de mi mano, como si por primera vez tu boca se entreabriera, y me basta cerrar los ojos para deshacerlo todo y recomenzar, hago nacer cada vez la boca que deseo, la boca que mi mano elige y te dibuja en la cara, una boca elegida entre todas, con soberana libertad elegida por mí para dibujarla con mi mano en tu cara, y que por un azar que no busco comprender coincide exactamente con tu boca que sonríe por debajo de la que mi mano te dibuja.
Me miras, de cerca me miras, cada vez más de cerca y entonces jugamos al cíclope, nos miramos cada vez más de cerca y nuestros ojos se agrandan, se acercan entre sí, se superponen y los cíclopes se miran, respirando confundidos, las bocas se encuentran y luchan tibiamente, mordiéndose con los labios, apoyando apenas la lengua en los dientes, jugando en sus recintos donde un aire pesado va y viene con un perfume viejo y un silencio. Entonces mis manos buscan hundirse en tu pelo, acariciar lentamente la profundidad de tu pelo mientras nos besamos como si tuviéramos la boca llena de flores o de peces, de movimientos vivos, de fragancia oscura. Y si nos mordemos el dolor es dulce, y si nos ahogamos en un breve y terrible absorber simultáneo del aliento, esa instantánea muerte es bella. Y hay una sola saliva y un solo sabor a fruta madura, y yo te siento temblar contra mí como una luna en el agua."

Rayuela

Autor:
Julio Cortazar

Editorial: CATEDRA, Letras Hispánicas

lunes, 25 de enero de 2010

La cita

Aquí se sucederán fragmentos de historias o simplemente de imágenes urbanas de personas (in)trascedentes con vidas plenamente trascendentes que he ido anotando durante mis rutinarios trayectos en mi pequeña libreta durante ya hace algún tiempo.

Uno de mis primeros fue este:


Ante mí, la figura de una mujer de rostro adusto y seco. Sus ojos oscuros, casi negros. La nariz caprichosa en el puente central, formando una curva extraña que le da una apariencia si cabe aún más hosca. Un grueso jersey de cuello de cisne, insistentemente negro, como lo son sus pantalones de pitillo y el sobretodo que deja reposar sobre ambas manos. Antes de subir al vagón se acicala y arregla los cabellos que cubren, cansados, el círculo del rostro. Lo hace con esmero, con la paciencia que tienen aquellos que van a quedar con alguien especial...

Comienzo...

Mis dedos teclean para hacer surgir este humilde cuaderno de notas...

Esperando una larga travesía.